Desde el impago de la renta o de la fianza o incumplimiento de las cláusulas del contrato hasta subarrendamiento de la vivienda, realización de actividades ilícitas o ejecución de obras sin consentimiento, los inquilinos pueden llegar a convertirse en una verdadera pesadilla. De ahí la importancia de dedicar tiempo para estudiar a las personas interesadas en el piso y poder tomar decisiones, cuanto menos, responsables.
Riesgos siempre se asumen pero si pueden limitarse al mínimo mejor. Para empezar es necesario tener una idea bien clara y definida sobre el tipo de arrendatarios a los que se da preferencia. Puede tratarse de familias, estudiantes, parejas…etc pero no hay que pasar por alto que cada uno de ellos es un perfil asociado a determinadas características y que estas pueden o no cuadrar con los intereses propios como arrendador.
Es además conveniente realizar siempre una publicidad realista y sincera sobre las condiciones de la casa objeto del arrendamiento. De este modo se asegura que quienes presenten su solicitud conocen perfectamente y de antemano las circunstancias y las exigencias económicas que se aplican. Es decir, una razón menos para sufrir malentendidos.
Una vez se toma contacto existen una serie de comportamientos que delatan la facilidad convivencial y comportamental de los individuos. Y, aunque no se trate de una ciencia matemática, lo cierto es que prestar atención a determinados detalles puede resultar de gran ayuda. Por ejemplo, un buen inquilino mostrará una evidente inclinación por la transparencia, la claridad y la franqueza. Pondrá de manifiesto sin tapujos sus intereses y su disposición a negociar de manera conciliadora. Se trata de personas que, en definitiva, asumen sus compromisos, aceptan sus responsabilidades y comprenden las necesidades de la otra parte. Todo lo opuesto a los seductores, expertos en inteligencia emocional y que proponen pagos por adelantado, una estrategia para ganar confianza de la que hay que huir a toda costa.
Evidentemente hay que considerar los aspectos más materiales y concisos como la estabilidad laboral y el nivel de ingresos (solicitando una nómina) que determinan la solvencia de la persona. Si no es suficiente cabe siempre la posibilidad de solicitar un depósito adicional y un aval bancario que ofrecen un respaldo añadido a la operación. Incluso, en casos específicos, puede recurrirse al “fiador solidario”, una figura por la que se garantiza con el propio patrimonio el cumplimiento de las obligaciones como arrendatario.
Por otro lado, no conviene descuidar la primera impresión que, si bien en ocasiones no es justa, sí suele ser bastante acertada. Partiendo de la premisa de que una entrevista no será nunca un medio para conocer en profundidad a nadie, sí puede considerarse como una fórmula de percibir sensaciones y poner en marcha la intuición. Eso teniendo en todo momento presente que el inquilino perfecto es una utopía inmobiliaria. De ningún modo puede asegurarse que el arrendatario elegido es el mejor pero puede tomarse como una elección por lo menos estudiada y realizada con seriedad.
Fuente: noticias inmobiliaria/elinmobiliario/trovimap
Inmobiliaria Roberto Beloki encontrarás expertos con una dilatada experiencia en el sector y recomendaciones personalizadas para que no tengas una casa, sino la casa de tus sueños. No te conformes con menos.