El planteamiento de una reforma dentro de la vivienda para mejorar las condiciones de su venta posterior provoca ciertas dudas. Por un lado, se trata de un proceso arduo y costoso que además no se va a disfrutar pero también posee el atractivo de revalorizar el espacio y aumentar su precio de mercado. ¿Dónde encontrar el equilibrio?
No hay que llevarse a engaño: lanzarse a una reforma va más allá de una mano de pintura y sustitución de puertas y ventanas. Y es que incrementar el valor va a suponer afrontar otra serie de cambios de cierto coste pero que, sin lugar a dudas, tendrán un efecto positivo.
Para empezar, más de un tercio de los compradores actuales buscan viviendas ecológicas, es decir, que incluyan elementos como calderas eficientes, detectores de presencia, paneles solares, o tecnologías inteligentes que acrecientan notablemente su atractivo. De ahí que resulte más que recomendable, por ejemplo, instalar ventanas de doble o triple cristal para fomentar el aislamiento y el ahorro. O colocar bombillas de bajo consumo, ya que, a pesar de implicar un coste inicial más elevado, constituyen un óptimo recurso para reducir las facturas del agua y de la luz.
De igual forma, incorporar electrodomésticos eficientes, que consuman una cantidad de energía mínima, generará un gran interés en los potenciales compradores. Pero también apostar por la creación de ambientes integrados y espacios abiertos, especialmente en el caso de las viviendas pequeñas, ya que proporcionan amplitud visual y física e inspiran una vida familiar más compacta.
En definitiva, si bien no deja de ser una elección que entraña ciertas dificultades y exige un desembolso inicial mayor de lo deseado, también conforma una estrategia de venta que proporciona grandes satisfacciones.
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Fuente: habitissimo / elbloginmobiliario
